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Contrastes: Una madre y una funcionaria pública también pueden ser porristas

Perla Martínez y Daena Linares contaron su experiencia como porristas de Saraperos y Dinos LFA
(Foto: Los Pleyers)

“En el último juego se me ocurrió pintarme las puntas del cabello azul. Íbamos unas seis porristas entre el publico y una niña nos pidió una foto; nos pusimos todas pero ella solo la quería conmigo. Después, la niña me abrazó y me dijo ‘quiero ser como tú'”, comentó Daena Linares, del grupo de animación de Saraperos de Saltillo.

Muchos las ven solo por el físico. Omiten sus talentos y conocimientos porque consideran que lo único que vale la pena mirar son sus piernas largas, la falda corta, el cabello brillante y la cara bonita. Pero todavía existen personas, como la niña, que observan lo realmente importante, lo que nos hace sentir valorados en este mundo.

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En un país que vive con miedo como México, donde se registran 7 mil 470 llamadas de emergencia al año por hostigamiento o acoso sexual, Perla Martínez y Daena Linares deciden salir a la calle a sabiendas de lo que implica usar pompones y un diminuto uniforme, en otra palabras de lo que implica ser mujer.

El oficio de porrista no es tan fácil como lo pintan. No solo se trata de salir al campo o a las gradas y bailar con un semblante amable; a veces hay que hacer ciertos sacrificios con tal de hacer lo que les gusta.

Desde asistir a ensayos así granice o haga el peor calor del mundo, estar cuatro horas en un evento con tacones sin parar de bailar o caminar, tener que poner de tu bolsillo para el transporte y a veces hasta sin contrato de por medio… ¿Así suena muy complicado, no? Y si a esto le sumamos lo incómodo que es convivir con gente que no conoces peor tantito. Pero aún y con todo eso hay algo que se llama “amor al arte” y nuestras dos entrevistadas son ejemplo de ello.

Cuando la maternidad se pone en tu camino

Daena Alejandra Linares Reyes tiene 21 años. Desde los 12 empezó a desarrollar una de sus más grandes pasiones: bailar. Conforme creció conoció dos de los oficios más desgastantes y gratificantes en esta vida: ser madre y porrista.

Pese a que cuenta con un negocio de maquillaje, su cabello con toques rubios, piel bronceada y uñas de colores no es lo que la distingue, es su talento. Quizá por eso Saraperos no dudó en contratarla cuando lanzaron la convocatoria en 2019, aunque por un momento dudó en aceptar la propuesta porque su padre no estaba de acuerdo. 

“Solo pregunté y cumplía con los requisitos. Fui al casting y saliendo de ahí me subí al carro y entonces me llegó un mensaje de que ya estaba dentro de la porra… Mi papá me decía que como iba a andar ahí con puro borracho, que eso se lo dejara a una chavita de 15-16 años; le demostré que no había nada malo. Tienes que conocer las cosas antes de criticarlas, antes pensaba que me iba a exponer pero nos cuidan en todo momento”, contó.

Su afición por lo artístico pesó más que los “berrinches” de su familia y que la paga no era tan buena.

(Foto: Especial)

Con el equipo de beisbol las animadoras perciben 300 pesos por cada juego. Y si consideramos que en el Rey de los Deportes son seis juegos de local cada 15 días en México, hablamos de un sueldo al mes de 3 mil 600 pesos. La ventaja es que con ellos hay contrato y seguro médico, cosa que en los emparrillados no es así.

Lo que empezó como un hobbie se convirtió en algo más serio cuando Dinos, de la Liga de Futbol Americano Profesional de México, también le dio una oportunidad a Daena como animadora. La diferencia es que aquí no hay contrato ni seguro, las chicas solo reciben 500 pesos por juego, o sea mil pesos cada 30 días.

La cosa se pone más difícil cuando cumplir los sueños conlleva un sacrificio, el de Daena Linares es tener que ponerse los pompones y no pasar tiempo suficiente con su pequeña de dos años. Y si hablamos de las porristas en general, una de las cosas en las que más batallan es en gastos de transporte.

“Es muy difícil cuando eres mamá, tienes que ver quien cuida a la niña de dos años. Otro problema son los gastos de transporte; yo tengo coche pero mis demás compañeras no y cuando vamos a ensayos o salimos tarde se vuelve complicado”, relató.

Aún y con esas pequeñas trabas, Daena no desiste de su gran pasión porque para ella representa una gran satisfacción que una niña le diga que quiere ser como ella. Se siente admirada y eso la motiva a seguir como porrista por al menos cinco años más o hasta donde el alma le dé.

El cliché vs los sueños

Si te presentan a alguien que trabaja como encargada del área de comunicación social de la Físcalia de Coahuila, difícilmente te imaginas que esa persona en las tardes decide quitarse la formalidad para colocarse las botas, el uniforme cortito, las medias y los pompones.

Perla Martínez, de 23 años, siempre supo que en algún momento de su vida debía ser porrista de un equipo profesional. Lo único que la detenía eran los comentarios a su alrededor.

(Foto: Especial)

Desde pequeña estuvo en grupos de animación y fue hasta que acabó la universidad que se metió de lleno con Saraperos y Dinos. A partir de ahí, el cliché de que “no iba a bailar encuerada y que me viera toda mi familia” quedó de lado porque logró combinar sus dos gustos: el beisbol y la danza.

Se requiere de mucho amor para dedicarte a algo que paga 300 pesos por partido y en donde el peligro a ser acosada es alto.

“Algo que esta muy normalizado es que nos piden fotos y es normal que te abrazan, sea conocido o no. Me llegó a pasar que cuando te piden la foto te aprietan para acercarte a ellos y a veces es muy incómodo…. Antes, por el cliché veía todo diferente. Ya que lo viví al menos personalmente ves a gente que le gusta bailar, el espectáculo. No les gusta estar ahí  solo para enseñar”, confesó.

Si algo tiene Perla es que sus objetivos son claros. Más allá de su afición por los grupos de animación, su mente está enfocada en estudiar otra carrera, además de Ciencias de la Comunicación.

Restricción no es igual a impedimento

Al menos en Saltillo para ser parte de un equipo profesional debes cumplir con ciertas reglas. Una de ellas es que al ser imagen del club deben cuidar su vocabulario y lo que publican en redes sociales.

Las porristas tiene totalmente prohibido acercarse a los jugadores, sobre todo por la mala experiencia que hubo hace unos años.

“En Saraperos tenemos prohibido hablar con los jugadores, ya sea adentro o afuera. Ellos sí te hablan por la redes sociales; no sé cómo sacan tu número, pero te hacen invitaciones. Yo reviso su perfil y salen hasta con hijos. Nada más es no hacerles caso. En 2015 una amiga que ya tiene varios años dentro nos contó que una chava tuvo un hijo con un jugador. La esposa del jugador armó un problema enorme y él no se hizo cargo”, relató Daena.

Por mucho que traten de menospreciarlas, ser porrista implica muchas cosas más allá del físico. Es necesario contar con una excelente condición física, disciplina, elasticidad, potencia y fuerza para todo salga perfecto. Es uno de los oficios más bellos del mundo, una experiencia inigualable.

A partir de ahora cada niña que no tenga claro su futuro, que le tenga miedo al exterior y que no cuente con la confianza para hacer las cosas que se tome unos minutos para leer este texto. No es el impulsarlas a ser porristas, se trata de que se sientan libres, de que haya unión, empatía y que adquieran el valor de hacer lo que les plazca.

“Cuando quería entrar a la Porra Verde las vi con ropa cortita y bailando muy sexy, tenía miedo. Yo quería entrar porque era fan del equipo, me gustaba el beisbol y ademas recibí un sueldo por hacer lo que me gusta. Entonces les digo, piensen bien, si es algo que realmente te gusta aguanta, no importa si te tocó un día pesado; a veces hay días con mucho sol y otros fríos con lluvia”, recomendó Perla Martínez.

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