No es fácil tener que elegir entre dos amores; la niñez le regaló a Raúl Jiménez el primero: un equipo de futbol. Hijo de Martha Rodríguez y Raúl Jiménez Vega, el hoy delantero mexicano de los Wolves vive un momento de ensueño. Su nombre es aclamado en Inglaterra. Sus goles y asistencias enamoran a una Premier League que se acostumbró a Sergio Agüero, Raheem Sterling, Jamie Vardy y Mohamed Salah como los máximos goleadores, hasta que llegó el originario de Tepeji del Río.
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Su palmarés se remonta al nido de Coapa. Un joven con buen perfil y estatura por encima del resto que salió campeón con América, el club que lo vio nacer como futbolista profesional. Su constancia lo llevó a brincar el charco. El Atlético de Madrid de Simeone fue su primer aventura. De ahí pasó por Benfica y ahora Inglaterra, donde sin duda vive su mejor etapa. Raúl es reconocido como un americanista recalcitrante, aunque pocos saben su pasado celeste y su amor por la ingeniería.
Jiménez no es hijo único, tres hermanos más los secundan. Esa sonrisa implacable que mostró desde niño lo llevó a probar suerte con Cruz Azul, su primer amor. El jovencito era fiel seguidor de La Máquina, incluso llegó a jugar en la Ciudad Cooperativa, de acuerdo con palabras de su propio padre.
Llegó un momento en el que tuvo que decidir entre el cariño y las oportunidades a futuro. El hidalguense tuvo que dejar a un lado su corazón azul para probar suerte en la cantera azulcrema. Años después el tiempo le dio la razón.
En una charla que le concedió al conjunto americanista, el atacante de 28 años reveló que si su sueño de ser futbolista se hubiera caído, la ingeniería habría sido su resguardo pues era algo que le llamaba mucho la atención.
Para fortuna de muchos, Raúl Jiménez se convirtió en un prodigio del gol. Con Las Águilas fue campeón de goleo y de liga. Su calidad lo llevó a ser parte del equipo que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Su paso por los Colchoneros no fue el mejor, la banca fue su gran aliada. En el Benfica tampoco tuvo los minutos esperados, a pesar de que cada oportunidad la trató de aprovechar al máximo.
Fue hasta que desembarcó en el Reino Unido donde vimos la mejor versión de Raúl Jiménez. Goleador histórico y referente del Wolverhampton Wanderers, volvieron al mexicano un ícono en todo sentido. Y lo mejor de todo es que esa sonrisa no se ha borrado de su rostro.
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