¿Por qué sentimos atracción por el futbol argentino?

Todos los aficionados al futbol tenemos un fetiche con otra liga o con jugadores de distinta nacionalidad a la nuestra. Yo no lo entendía —porque tiendo a llegar tarde a...

Todos los aficionados al futbol tenemos un fetiche con otra liga o con jugadores de distinta nacionalidad a la nuestra. Yo no lo entendía —porque tiendo a llegar tarde a todos lados— hasta que hace como 15 años, en una reta callejera, un niño de la misma edad que yo decía ser brasileño sin serlo. Veneraba futbolísticamente a otro país.

Naces, creces, te haces aficionado al futbol, traicionas a tu patria, te desilusionas del futbol, llega el mundial, te vuelves a enamorar del balompié, te vuelves a desilusionar y así, la cadena sigue dando vueltas hasta que mueres (espero que te entierren con la playera de tu equipo). En ese ciclo traicionas y adquieres un crush con otro país.

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A mí me pasó con los argentinos, como a muchos de los mexicanos. No es fácil sentir atracción por un futbol que tantas veces ha pasado por encima del tuyo, el de tu país. Pero es imposible no ser atraído por el malo. El jugador más humano de todos los tiempos lo tienen en Argentina y se llama Diego Armando Maradona. El lugar común del éxito.

Pero no solo es la figura de Maradona la que nos arrima al cono sur de América, sino los estudiosos que se volvieron intelectuales de lo impensable: César Luis Menotti y Jorge Valdano. Al primero lo tuvimos dirigiendo en México (Selección, Tecos, Puebla) lapsos cortos, de no más de un año. Los genios se aburren rápido.

Y justo hoy apareció el Flaco, a manera de entrevista, en las pantallas de las computadoras. Como el boxeador más fino asestó un golpe y se echó para atrás, desapareció: “Un equipo de futbol es como un orquesta o una obra de teatro, vive de sus ensayos”. Ese fue el jab de Menotti.

La trompada nos cimbró las ideas y nos transportarnos a la querencia, la Selección Mexicana. Según Menotti, la repetición te lleva a la perfección. ¿En el futbol no se improvisa? Uno de los principales problemas, en año mundialista, que sufre el Tri. Juan Carlos Osorio y sus rotaciones.

Jorge Valdano. Mundial de México 1986.

Diez Osorios por un Bielsa o un Pékerman. No es malinchismo, es atracción por una forma de apreciar el futbol. Dice Martín Caparrós que cuando los clubes europeos quieren salir campeones compran a un argentino, nunca dos por que hay bronca. La pasión que soccer desata en Argentina no ocurre en ningún otro lugar.

Sin afán de reventar, podríamos hablar de un ejemplo muy cercano de nuestro futbol: Ricardo La Volpe. El Bigotón creó una escuela que marcó época en México. Buen estratega con excentricidades. Tienen una forma de ver el futbol que no entendemos pero sí apreciamos.

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El hincha sobre el aficionado. El jugador número 12. Ser barrista como columna vertebral de una vida. Hagamos un análisis de las porras más populares de México. Libres y Lokos, Rebel, Ritual del Kaoz. El 80% de sus cánticos proviene de la inspiración de los realizados en Argentina. La escuela de tablones de San Lorenzo se ha adaptado a los nuevos tiempos y ha marcado el ritmo en los recientes meses: el reguetón como inspiración.

Y dale, dale mataor

Dale matador

Que la Gloriosa está de fiesta

Si de alentar se trata, los pamperos nos dan la vuelta de visitantes. Hay que recordar que en el mundial pasado, Brasil 2014, la porra argentina marcó tendencia con el “Decime qué se siente”.

Estrategia, figuras, polémica, creatividad y huevos. Esos son los motivos que ponen a los argentinos por encima de muchas otras nacionalidades hablando de futbol. Menotti apareció previo al mundial e hizo un ataque certero, para él el futbol es una arte que se perfecciona con la repetición. Afilar el cuchillo con los mismos movimientos hasta que el corte sea perfecto.

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