Ailton Da Silva y una eterna rivalidad con las Chivas

Para elegir un equipo no hay muchas variantes. Por herencia, llevar la contraria o porque lo viste (al club) en un buen momento, esas son las principales razones para hacerte...

Para elegir un equipo no hay muchas variantes. Por herencia, llevar la contraria o porque lo viste (al club) en un buen momento, esas son las principales razones para hacerte fanático. Después vienen todas las variantes que se desprenden de esa primera elección: rivalidades, jugadores favoritos, jugadores no tan favoritos, técnicos emblemáticos y momentos históricos predilectos.

Mi memoria, que la mayoría de las veces no es tan buena, ha guardado momentos muy particulares con respecto a las Chivas —el equipo que elegí por herencia de mi abuelo—. El que más me ha marcado extrañamente no es un campeonato (solo he visto tres) sino la perdida de uno; y es que la relación con un equipo es muy similar a una amorosa, le damos más valor a lo negativo que a lo positivo.

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La final del Clausura 2004 enfrentó a dos de los equipos más populares de México por primera vez: Pumas y Chivas. El partido por el campeonato fue uno de los más apretados que he visto, la ida en el Estadio Jalisco terminó 1-1. Los goles fueron obra de José Luis “Parejita” López al minuto 75, y el empate llegó al 86′ por conducto de Ramón Morales. En la vuelta el marcador no se movió, lo que desembocó en tiempos extras y luego en los penales.

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Ese mismo torneo, Pumas y Chivas se habían enfrentado en la Jornada 12. Los Universitarios vencieron a los Rojiblancos 3-0, pero el espectáculo había comenzado antes. Jorge Vergara ya había comenzado con su pesada costumbre —hay que decirlo— de lanzar desplegados previo a los partidos. “Me pareció ver un lindo gatito”, fue la frase que desató la polémica y que Ailton Da Silva reviró con una playera que rezaba: “Gatitos ni madres”.

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De vuelta a la Final. Los penales marcharon parejos, como toda la eliminatoria. Jaime Lozano abrió la tanda anotando para Pumas; luego el Bofo Bautista hizo lo propio para las Chivas, después Joaquín del Olmo y por el Rebaño Manuel Sol. Nadie erraba. Joaquín Beltrán y Francisco Palencia hicieron lo propio por cada club en el tercer cobro, y en el cuarto Kikín Fonseca y Omar Bravo tampoco fallaron. La debacle vino en el quinto. Ailton da Silva lo clavó para los azul y oro y Rafael Medina lo mandó a la tribuna para confirmar la tragedia Rojiblanca.

Dicen que dios no le da alas a los alacranes, yo creo que sí. Ailton fue premiado por su decisión de cobrar el último tiro y los Pumas consiguieron su cuarto título de la historia para sacudirse 13 años de no haber gritado un campeonato.

Ailton

El brasileño fue uno de los jugadores clave para que los capitalinos consiguieran el título. El nacido en Cajueiro llegó al futbol mexicano en el 2000 para jugar con el Atlas de Guadalajara. Su paso con los Rojinegros fue efímero, solo disputó un torneo y el siguiente se enfundó en la playera del León. Con los Esmeralda jugó 36 partidos y los ayudó al salvarse del descenso. Sus buenas actuaciones lo hicieron volar a Italia para jugar con el Bari.

En 2003 regresó de la aventura europea y fichó por primera vez con los Pumas. Se volvió pieza fundamental de Hugo Sánchez para lograr el bicampeonato, incluso el brasileño alguna vez dijo que el Pentapichichi era como su papá. Tal era el amor por Hugo, que cuando el técnico salió del cuadro felino Ailton también se fue.

La segunda etapa nunca son buenas y la de Da Silva no fue la excepción. Regresó a la querencia en 2007 y solo disputó 6 encuentros. El amor tiene fecha de caducidad, pero el de Ailton por Pumas al parecer no, ya que durante los recientes años cada que Chivas y Pumas se encuentran, el brasileño aparece para recordar esa rivalidad que él ayudó a fortalecer.

 

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